Presentación de La Frontera en la Biblioteca Nacional

Por Rodrigo Moral

Con la Biblioteca Nacional como escenario privilegiado, el sábado 16 de diciembre tuvo lugar la presentación de la nueva novela de María Marta Malianni: La Frontera.

La sala Augusto R. Cortazar, que toma su nombre de un prestigioso académico folclorista (dato que no es menor por la trama del libro que se presentaba), se vio colmada por más de treinta personas. Recién llegada de su La Madrid natal, de donde la autora prefiere no apartarse, Malianni llegó acompañada de sus más íntimos: su hija mayor y sus dos nietas. En seguida tuvo lugar el emotivo reencuentro con familia y amigos que hacía tiempo no veía y que viven en la capital.

Después de los sociales preliminares, a las cinco y cuarto de la tarde se dio inicio al evento. El editor del libro, Rodrigo Moral, abrió con unas palabras sobre la génesis del proyecto. Contó que la conoció a Malianni en un taller que dictó en pandemia vía zoom en 2020. En aquel espacio se habían sumado decenas de personas de todo el país, cabe aclarar que Moral, además de ser editor, es escritor, profesor y magíster en escritura creativa. Luego de ese taller anual, Malianni siguió en un grupo más pequeño los sábados por la mañana, un espacio clásico que él llevaba adelante desde hacía años, con otras asistentes. En una oportunidad, contó, dio como pie para un ejercicio la canción “Dorotea, la cautiva”. La misma comienza así: “Yo no soy huinca, capitán, hace tiempo lo fui”. Concretamente, narra la historia de una mujer que a pesar de ser blanca y haber estado cautiva por los ranqueles se siente india y parte de aquellas tolderías. Bajo esta premisa el grupo de taller escribió sus textos. Al momento de la lectura, el escrito de Malianni dejó al pequeño auditorio boquiabierto. Había llevado adelante una breve historia muy potente con la diferencia clave de que la narradora era una negra que contaba las penurias de la abuela de esa cautiva, de quien era confidente, mientras se desvivía por hallar el modo de recuperarla. Se dijo en esa clase que el relato podía seguir desplegándose, que era una voz que querían seguir escuchando, que la historia merecía una exploración más profunda, en definitiva, que tenía la prematura gracia de un texto de largo aliento. Las compañeras aludidas, que desde allí habían acompañado el proceso de escritura, se encontraban todas presentes en la sala. Así pasaron los meses y el texto rápidamente cobró la forma de una novela. La misma, finalmente, llevó tres años de escritura y reescritura. Durante los mismos, siguió contando el editor, la autora le enviaba las versiones y este le devolvía extensos audios sobre algunas de las dudas que surgían de la historia. Después de tres lecturas sobre los diferentes manuscritos, Moral contó que sumó al equipo a Verónica Schiliro como lectora para tener una nueva y apartada visión argumental. La devolución de esta última fue sumamente entusiasta y apasionada. A continuación se volvió a trabajar sobre el texto más puntualmente, ahora de la mano de Schiliro.

Este último tramo, puntualizarían Malianni y Schiliro, se vivió con mucha intensidad en largas sesiones diarias de trabajo y lectura en conjunto, yendo al hueso, incluso, de las palabras. Así se arribó a la versión definitiva.

A la hora de tomar la palabra, Malianni, notoriamente emocionada por las circunstancias, hizo los agradecimientos pertinentes y contó que aquello le resultaba sobrecogedor y que sobrepasaba cualquier fantasía que ella hubiese tenido. Agregó que en el proceso de escritura de la novela se había sentido muy acompañada y que en ese trabajo, intenso, terminó comprendiendo la dimensión de la labor autoral y de la hechura de una obra de esas características. Asimismo, habló de la investigación documental que llevó adelante en la producción de la novela lo que le daba fundamento histórico.

En el ida y vuelta con el público, una allegada a Malianni, no pudo dejar de caracterizar a su persona como una mujer absolutamente inocente y llena de buenas intenciones, lo que claramente se reflejaba en el trabajo y la trama de novela.

El evento fue matizado por la voz y la guitarra de Mariela Vernás, que interpretó además de “Dorotea, la cautiva” -aportando que su letra corresponde a Félix Luna y su música a Ariel Ramírez-, las canciones folclóricas “La arenosa”, “Oración del remanso” y “Zamba del laurel”. Todo el auditorio se sintió transportado por las melodías y se vivieron como un bálsamo de paz, muy ajeno a la tórrida tarde y al clima político reinante en las calles de la capital.

Para las seis y media de la tarde, finalizando el evento, la autora, sorprendida, recibió un ramo de flores de manos de su editor. A lo que en modo de chiste dijo que era la primera vez que le regalaban flores. A continuación, mientras las copas de sidra fría desfilaban entre los asistentes para celebrar la edición del libro, comenzó la firma de ejemplares y la presentación llegó a su fin.

0 comentarios

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

¡GRACIAS POR LA VISITA!

Espero que esta página te haya sido útil.
Lo importante es que navegues por donde navegues, puedas llevarte de cada puerto los mejores recursos para escribir.

Si querés recibir novedades acerca de los nuevos contenidos y cursos dejá tu mail a continuación

Tu email fue agregado!