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EJERCICIOS DE ESCRITURA CREATIVA

Con estos disparadores podrás poner en práctica tu habilidad para escribir. No quieren ser más que excusas para despertar la creatividad, siempre a partir de diferentes impresiones sensoriales, evocaciones, etc.

1.

A partir de la canción de este video (que verás tiene un poco de performance), escribí lo que se te venga a la mente. No tiene por qué estar relacionado con lo que se presenta, ni con su título (aunque puede plantearnos ya una situación interesante). La pieza se llama “La máquina de escribir” y pertenece a Leroy Anderson.

Te acerco una segunda opción como disparador musical. Se trata de del preludio de Tristán e Isolda, cuyo compositor es Richard Wagner. Podés cerrar los ojos y empezar a sentir qué imágenes surgen de la melodía. Te invito a que distingas los instrumentos y puedas seguir a cada uno. En el total de los instrumentos está la magia de la pieza. Dejate llevar de la misma manera que nos dejamos llevar por las historias de los libros.

2.

Antes de empezar a escribir, este ejercicio te invita a mirar o, mejor dicho, a observar. Esta pintura surrealista corresponde al artista Vladimir Kush. ¿Qué es ese cuerno gigante? ¿Por qué andamios? ¿Qué le sucede al pueblo costero? También vayamos, entonces, a los detalles. ¿Quién es la gente sobre el peñasco en primer plano? ¿Qué instrumentos tienen en las manos? Imaginemos. Lo que sucede, ¿estaba previsto? Podés seguir haciéndote preguntas. Cuando termines, llegó la hora de escribir.

Si la pintura de Kush no te inspiró lo suficiente, te propongo una fotografía de Martin Vlach, que encontrarás luego de la primera pintura.

3.

Te presento el microrrelato de Marco Denevi llamado “El emperador de China”. Pero, debo confesar, dejé el final afuera. Te propongo escribir, en algunas líneas, cómo terminaría. Vale aclarar que un final no debiera ser mayor al 20% del total de la narración. Una vez que lo termines, te invito a googlear el texto y leer el cierre que el autor escribió.

Cuando el emperador Wu Ti murió en su vasto lecho, en lo más profundo del palacio imperial, nadie se dio cuenta. Todos estaban demasiado ocupados en obedecer sus órdenes. El único que lo supo fue Wang Mang, el primer ministro, hombre ambicioso que aspiraba al trono. No dijo nada y ocultó el cadáver. Transcurrió un año de increíble prosperidad para el imperio. Hasta que, por fin, Wang Mang mostró al pueblo el esqueleto pelado, del difunto emperador. ¿Veis? -dijo – Durante un año un muerto se sentó en el trono. Y quien realmente gobernó fui yo. Merezco ser el emperador.

4.

Para este ejercicio, usaremos como disparadores unas ideas que involucran una situación inusitada.
Te propongo que escribas a partir de alguna de ellas:

a) Contratan a un físico premio Nobel para encontrar un gato perdido.

b) Al volver de una guerra, los soldados resultan ser eternamente jóvenes.

c) Un anciano cree que un sapo gigante está conquistando su ciudad.

Las presentadas son versiones libres de algunas de las ideas que Murakami desarrolla en sus novelas.
La premisa a) corresponde a Crónicas del pájaro que da cuerda al mundo, la b) a Kafka en la Orilla, y la c) a Después del terremoto.

5.

Quizás no haya mejor suelo fértil para plantar la semilla de la creatividad que nuestros propios recuerdos. Vayamos a nuestra infancia, busquemos esa libertad, esa sensación en que todo era lúdico y la vida era más sencilla. Sintamos el abrazo sincero de los padres. Pensémonos corriendo con los pies cortos de los pocos años. Escuchemos nuestra risa pequeña y honesta.

Ahora, les propongo una serie de palabras que pueden llevarlos a situaciones puntuales de la infancia. Démonos tiempo para leerlas y hagámoslo con profundidad: tostadas, barrilete, macetas, hamaca, abeja. ¿Alguna les trajo algún recuerdo? ¿Tal vez les surgió una evocación, aunque no necesariamente relacionada con las palabras propuestas? Lo que importa es escribir. Ese es el ejercicio. Pongamos en palabras esa rememoración.

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